La vida de la bella Sissi en imágenes El lado más íntimo de Romy Schneider
La historia la recuerda como la bella Sissi, aunque después trabajara con genios como Visconti o Welles. Recuperamos las imágenes menos conocidas de Romy Schneider que nos revelan el lado más íntimo de la diva más atormentada del siglo XX.
Romy, en la veneciana plaza de San Marcos en 1957, durante el rodaje de El destino de Sissi, la última entrega de la saga. Tenía 19 años.
De niña a mujer
Rodó su primera película con 16 años. Ya entonces era una chica solitaria, marcada por su estancia en el internado donde, a los diez, sus padres la abandonaron tras su divorcio. Con 15 empezó a actuar y a los 18 triunfó en Hollywood. Sus sueños se hacían realidad. Al cumplir los 20 conoció a Alain Delon y se prometieron, pero, dos años después, él la dejó por otra. Rodaba El proceso con Orson Welles, era una estrella, pero ya no era feliz.
Atisbos de alegría
Se casó dos veces: en 1968, con Harry Meyen, actor, con quien tuvo un hijo, David; y en 1975, con Daniel Biasini (foto), su asistente, con el que tuvo a Sarah. Fueron dos matrimonios tempestuosos, pero sus hijos le dieron sus momentos más felices.
La felicidad no es eterna
En 1979 Harry, su primer marido, se ahorcó. A Romy le afectó terriblemente. Su afición a la bebida y a los somníferos precipitó el fin de su relación con Biasini, a quien dejó por el joven productor Laurent Petin, que la cuidaba en sus borracheras.
Seducida por la 'Dolce vita'
Los años 60 pasaron rápido. Además de con Welles, trabajó con ilustres como Visconti, Jack Lemmon, Woody Allen o Peter Sellers. En 1968 era asidua del Burda Ball de Múnich, donde se codeaba con celebridades y poderosos productores como Artur Brauner.
Un giro inesperado
En 1961, con Bocaccio 70, Visconti, que ya la había dirigido en el teatro, le dio la oportunidad de alejarse de sus papeles románticos. Romy Schneider sorprendió a todos con sus registros de condesa abocada a actuar con su marido como una prostituta.
Una Sissi de ida y vuelta.
Sissi le había dado la fama y el estrellato, pero tras interpretar tres veces a la emperatriz austriaca, rechazó un millón de dólares para rodar una cuarta. En 1972, Visconti la reconcilió con el personaje, creando en Ludwig una Sissi más profunda.
La pérdida no superada
Diez meses después de la muerte de su hijo, de quien siempre hablaba como si estuviera vivo, Romy apareció muerta una mañana de 1982 en un sillón de su casa. Tenía 44 años. Sin autopsia, no se sabe si fue un infarto o el alcohol y los barbitúricos.
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